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Foto del escritorCarlos Andrés Mendiola

"Un lugar en silencio: Día uno" de Michael Sarnoski

El silencio gana de nuevo.

"Un lugar en silencio" hizo hace 4 años lo que pocas películas consiguen hoy en día: innovar. Presentó un thriller de terror apocalíptico que contrario a la tradición del género construyó la emoción y el miedo con lo opuesto a lo tradicional, con el silencio. Fue un éxito de crítica y taquilla. Su secuela, acertó también. Ahora llega esta spin off y precuela que cuenta cómo fue ese primer día.

Es un día como cualquier otro. Samira o Sam (Lupita Nyong'o) está a la espera de lo inevitable, su muerte. Es una paciente terminal de cáncer. Reticente acepta unirse al grupo del hospicio en que vive que irá a la ciudad. Su esperanza, conseguir pizza de verdad. Ahí, son sorprendido cuando una lluvia de objetos cae del cielo y sus pasajeros, hostiles creaturas alienígenas comienzan a cazar humanos.

Como lo hicieran sus antecesoras, "Día uno" acierta porque no se sostiene de la forma. Es decir, su mérito y su impacto no están en lo que se ve, en los efectos visuales, la destrucción o los monstruos. Está en que detrás del silencio está lo humano, máxime que la novedad del silencio se ha perdido en cierto sentido. Ya se sabe que para sobrevivir los personajes deben hacer el menos ruido posible. Lo que no se sabe es cómo se descubrió ese mecanismo de sobrevivencia, pero, más aún, qué sostiene a los protagonistas.

Es un acierto poner al centro a Sam. ¿Qué tiene que perder? Ya sabe que tiene los días contados. Es más, ya sabe que ya vive días extra. Sam sólo quiere pizza. Parece superficial y no lo es. Es un símbolo que le recuerda a su padre, que la lleva a su infancia. Es un momento sencillo, feliz y quiere recordarlo en medio de la tragedia que vive, que ya vivía antes de que llegaran los alienígenas. En contraste con Sam está Eric (Joseph Quinn), un estudiante de Leyes con quién se encuentra por accidente en medio del caos. Eric está en shock y sigue a Sam porque no atienda a comprender lo que sucede. Es la ironía de la paradoja. Ella, joven, está en el final. Él, joven, está en el principio. En medio, está Frodo, el gato de compañía de Sam.

El desenlace de "Día uno" se puede prever. Se sabe qué pasará después con la humanidad. El interés no está ahí, aunque hay un vínculo con los filmes anteriores con lo que pasa después. Es Henri (Djimon Hounsou), el hombre que ayuda a la familia Abbot en el segundo filme. El interés está en lo que pasará con Sam y con Eric; en el caso de Sam, más aún, en cómo sucederá y en si sucederá en pantalla. Tiene los días o minutos contados. Nyong'o y Quinn hacen gran labor en ello. En expresar en el silencio, en la complicidad muda. El guion los lleva bien y da un poco más de contexto del propio momento apocalíptico, construyendo un desenlace que resulta tan emocionante y letal como poético.

"Día uno" cobra otra dimensión. Es el "día uno" de la llegada de los alienígenas. Es quizás el día último para Sam. Es quizás el "día uno" para aquellos que alcancen a encontrar nueva vida u otra vida y ése es su acierto que encuentra, habla y explora en el silencio el latir de lo humano, de lo vibrante y de la vida.

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EE. UU. 2024 - 1h 39m


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