Un poco de todo en esta comedia con toques de terror y slasher que suma a las muertes la del tiempo.
Un par de detectives llegan a una casa. Uno es maduro, experimentado y está un tanto hastiado de su trabajo, poco le importa ya cuidar los protocolos; el otro es un novato impresionable que se ha aprendido todo acorde a la regla. Recorren el lugar y poco sentido encuentran a más de una decena de muertes. Unas horas, el dueño de la casa recibía a sus amigos para celebrar el año nuevo. En la mezcla estaban: un músico y su novia que ha perdido el interés en la relación, un pulcro y bien portado joven que ha decidido proponerle matrimonio a su novia esa noche (aunque ella ya no sabe cómo dejarlo), una pareja dispareja en edades, un creyente que se dio una noche de licencia y un repartidor de pizzas con aspiraciones.
Para "disfrutar" "Todos mis amigos están muertos" hay que entrar en la convención. Su sentido del humor se hace presente desde el recorrido inicial con los detectives haciendo más de un comentario irónico o lleno de humor negro. Luego, cuando regresa al inicio de la fiesta, funciona mucho al estilo de "American Pie", sólo que un poco (y un poco es la palabra adecuada, tampoco es que haya tanto) más subida de tono, con más drogas, sexo y algunos semidesnudos.
"Todos mis amigos están muertos" cumple la sentencia de su título. Lo hace con muchos enredos y algo de creatividad; es del grupo de películas donde más que el resultado, lo que la mantiene con vida (ironía incluida) es conocer el proceso y ver como, poco a poco, el caos se desata de manera irremediable.
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Polonia 2020 - 1h 36m
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