"El ojo jamás olvida lo que ha visto el corazón" Rafiki
Paradójicamente funcional...
El crítico de arte Walter Benjamin es famoso por su concepto del aura en el arte. Siendo el aura justo aquello que hace única a cada obra de arte. Es, simplificándolo, su esencia. En el caso de "Mufasa: El rey león" hay una cuestión latente y que tiene que ver otro gran concepto para el estudio del arte y los medios, el de simulacro de Jean Beaudrillard. El simulacro es aquello que parece ser realidad, pero no lo es. Es una apariencia de realidad. Y es que "Mufasa", como sucede con los "live action" que en realidad son fotorrealistas genera una sensación que por una parte es sorprendente, increíble, viendo a animales con ciertas expresiones, bailando y cantando de cierta forma que parece real, pero, por otra, sin logarlo del todo. Lo sintético le es ineludible. Es un espectáculo perturbadoramente envolvente, inertemente viva.
La llegada de "Mufasa" era inevitable. La versión fotorrealista de "El rey león" es una de las más exitosas. Recaudó más de mil 650 millones de dólares y se hizo de varios premios y nominaciones, incluido el de Mejores Efectos Visuales en el Oscar. A diferencia de su versión animada que generó varias secuelas para televisión, ésta inevitablemente sería para la pantalla grande.
En el cine funcionan mejor las secuelas que las precuelas, así que "Mufasa" es un poco de más, de la de segunda. A Kiara, hija de Simba y Nala, Rafiki le cuenta la historia de su abuelo, Mufasa; Timón y Pumba comentan. Cuando era pequeño, Mufasa se pierde y es rescatado por Taka, el heredero de una manada. Mufasa trabaja por hacerse de un lugar y luego, tras un ataque, se propone encontrar Milele, la tierra prometida.
"Mufasa" recupera elementos de "El rey león II: El orgullo de Simba" y los mezcla con elementos bíblicos, en especial, la historia de Josue. Dada su cercanía con otra secuela, "Moana 2", es inevitable pensar en cómo como aquella forma parte del mal necesario que son las continuaciones o extensiones de propiedad. Si bien "Moana 2" es claramente un producto inferior a su antecesora, "Mufasa" está en un mejor lugar, aunque la justificación de su existencia no es especialmente mucho mejor. Vaya, "Mufasa" tiene indiscutiblemente el trabajo y el cuidado detrás del que "Moana 2" carece, pero no se sostiene con la contundencia de "El rey león" como una obra independiente.
Un aspecto que le dimensión y en el que se siente propuesta está en que "Mufasa" es dirigida por Barry Jenkins. Jenkins es un director atípico o inesperado. Sus películas anteriores son las nominadas al Oscar, "Si la colonia hablara" y "Moonlight", ésta última ganadora. El cine de Jenkings se caracteriza por explorar la identidad negra y la masculinidad. Este segundo aspecto está presente en "Mufasa", en especial en el primer acto cuando Mufasa demuestra tener una sensibilidad especial que es asociada con las leonas y que para Obasi, padre de Taka, es un signo de debilidad. Es una suerte de sexto sentido que permite percibir la naturaleza. Es un elemento que le vendrá muy bien más adelante también pues hace que Mufasa no se perciba como un ser superior a los demás, sino como parte de un todo, muy en línea con el círculo de la vida.
Como entretenimiento "Mufasa" es espectacular. Se le nota el presupuesto de 200 millones de dólares. Es hermosa de ver. Tiene gran ritmo, la primera hora va de un momento de acción a otro, aunque si se presta atención parece una serie de eventos desafortunados demasiado convenientemente enfilados uno tras otro; también tiene más personajes de los necesarios y, a veces, es difícil distinguir entre un león y otro. Con todo, funciona y funciona muy bien. Prácticamente no da respiro y para llevar a la segunda mitad integra personajes de quiénes también se quiere saber más. "Mufasa" no sólo sirve para contar la historia de su protagonista, sino de Scar, Sarabi, la madre de Simba, y Rafiki. Los números musicales verdaderamente le suman y son obra de Lin Manuel Miranda. “Tell Me It’s You” ya forma parte de la lista corta para el Oscar 2025.
Al final "Mufasa" cumple como espectáculo. Es envolvente y regala un buen momento. Es un buen filme familiar. Se le nota el cuidado del que carece "Moana 2". Con todo carece del impacto emocional de su antecesora y que el fotorrealismo, con toda su perfección visual del simulacro, no consigue superar ni de la versión animada ni de la realidad. "Mufasa" es un ejemplo perfecto en tiempo de la inteligencia artificial, podrá ser muy "inteligente" o verse "muy real", pero no deja de ser artificiar, no deja de carecer de aura y por tanto de verdad. Rafiki lo dice muy bien, "El ojo jamás olvida lo que ha visto el corazón". Y "Mufasa" puede fascinar al ojo, pero no tiene corazón.
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EE. UU. 2024 - 1h 58m
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