La obra de Mart Crolwy cobra nueva vida en esta adaptación que entiende muy bien las diferencias entre teatro y cine y que bien podría convertirse en un jugador importante durante la temporada de premios.
Es 1968 y Michael se prepara para recibir a un grupo de amigos; celebrarán el cumpleaños de Harold. Alan, un amigo de la universidad, le llama, quiere verlo, pero Michael no está preparado para que su amigo heterosexual conviva (y descubra) que es gay. Aún así, el encuentro se da. Entre ello y un inesperado juego, verdades y demonios son sacados del clóset y enfrentados al espejo.
"Los chicos de la banda" se estrenó en 1968 Off-Brodway y en 2018, su aniversario 50, llegó a Broadway. En aquél entonces revolucionó la escena al convertirse en el primer texto en otorgarle un lugar protagónico a la comunidad gay; se hizo una adaptación que fue bien recibida por la crítica. Esta nueva versión, que corre a cargo del director responsable de revival y cuenta con el mismo elenco, integrado por completo por actores gays, triunfa en todos los sentidos y se coloca como una pieza más en la carrera por el Oscar 2021.
El guion, a cargo del propio Crowley y Ned Martel, elabora un poco más en los personajes, agregando momentos previos a lo que se ve en la obra, volviendo vívidos recuerdos y elaborando un poco más el final. Entre ello y un profundo entendimiento de Mantello sobre la puesta en escena cinematográfica y el lenguaje audiovisual, construye un relato que se desdobla en varios niveles y que le da muchas más capas a los personajes, además de crear muchos momentos simbólicos y varias metáforas. Luego está un reparto cuya química, complicidad y conocimiento de sus personajes se nota. Cada uno está exquisito y vaya que hay talento, baste con mencionar a Jim Parsona, quién bien podría colarse en la categoría de Mejor Actor como el irónico, mordaz, pero herido y con muchos remordimientos, Michael. Zachary Quinto, Matt Bomer, Andrew Rannells, Charlie Carver, Robin de Jesus, Tuc Watkins, Brian Hutchison y Michael Benjamin Washinton, completan el cuadro.
"Los chicos de la banda" sacó del clóset un tema del que se sabía, pero no se quería o no se podía hablar. "Mientras se mantenga en privado", como dice un personaje, no pasa nada. Es como si no existiera. Pero existe. Y en ese sentido, la obra sigue siendo vigente, ya no sólo para la comunidad, sino para tantos otros grupos que están, pero aún no son vistos. Más aún, "Los chicos de la banda" no sólo es un grito a la autenticidad, sino uno que demanda respeto de otros, pero más aún de la propia comunidad. Es un grito que demanda que el caminar en la noche por una calle sola deje de ser un riesgo, una metáfora de soledad y también un impulso de correr, en lugar de vivir.
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