Jack Ryan sigue con el pie derecho.
Tras haber sido asignado como jefe de la T-FAD en la CIA, Jack Ryan (John Krasinki) investiga una serie de transacciones entre varias partes del mundo y Venezuela. John Greer (Wendell Pierce), su anterior jefe y ahora líder de la oficina rusa enfrenta dificultades y descubre una condición cardiaca que podría ponerle fin a su carrera; para buscar salir al paso se une a Jack. Venezuela está en medio de una elección que podría ver relegido a Nicolás Reyes (Jordi Mollá) o bien llegar a la presidencia a Gloria Bonalde (Cristina Umaña), esposa del Ministro del Interior y Justicia que misteriosamente desapareciera.
Esta temporada está más centrada en lo político que la anterior, dejando bastante de lado el aspecto personal de Ryan a quién se desarrolla por sus decisiones tras enfrentarse a contantes giros inesperados que lo ponen en situaciones límite. Al igual que la anterior hay varias locaciones, pero el centro está en Venezuela, haciendo una clara crítica a eventos que son similares a los que han llevado al país a su situación actual. No dice nada nuevo al respecto, sólo lo discute. Volviendo a Ryan, hace lógica que se toque poco su lado anterior dado el ritmo de la serie y que los eventos lo mantienen fuera de EE. UU., pero parte de la riqueza de la anterior estaba justo en ello. Si bien Ryan sigue sin estar tan encantado de estar en el campo de acción, no puede evitarlo. Esa contradicción debe ser mucho más explorada.
Entre las novedades está la aparición de Noomi Rapace como Harriet Bauman, una agente del Servicio Aleman y Michael Kelly como Mike November, jefe de la estación de la CIA en Venezuela. Rapace funciona un poco para darle un momento sexy a la serie, pero la realidad es que su rol está poco desarrollado, una pena dado el calibre de Rapace; el personaje femenino fuerte está a manos de Cristina Umaña, quién hace gran labor, Gloria Bonalde es una mujer de gran entereza, movida por la desaparición de su marido, sus convicciones y el deseo de darle a sus hijos y su país un mejor mañana. Michael Kelly cuenta con mucho mejor suerte y hace una tercia muy entretenida con Ryan y Greer. Uno de los personajes más interesantes es Max Schenkel (Tom Wlaschiha), un asesino a sueldo que antes formara parte de las fuerzas especiales alemanas. La presencia de Wlaschiha es intimidante, pero le da dimensión el que es un padre preocupado. Contar, por otra parte, con Jordi Mollá como el antagonista es un lujo de la serie. Por cierto, igual que en la anterior es un acierto que los diálogos sean en el idioma que corresponde y no que se asuma que todo el mundo habla inglés.
“Jack Ryan”, en esta temporada, no estuvo libre de controversia. Al final, lo que dice es que Venezuela requiere de EE. UU. para que resuelva sus problemas. El gobierno venezolano expresó su descontento sobre ello. Sí, la verdad es que es una temporada bastante propagandística, a favor, desde luego, de EE. UU. Entretenida, desde luego, pero también más predecible que la anterior (algunos detalles de la historia podrían estar mejor cuidados también, no todo es verosímil si se le mira con cuidado). La acción sigue ahí y el formato de serie le viene bien para dosificar revelaciones.
A pesar de sus detalles, "Jack Ryan de Tom Clancy" continúa siendo una serie meritoria y demostrando que éste medio le viene muy bien al personaje. La fórmula funciona, sólo que Jack debe cuidar con toda su "inteligencia" y sus grandes dotas de analista que en la tercera el camino se recupere y refresque.
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EE. UU. 2019 - 8 Episodios de menos de 1 hora
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