“Tienes talento. Ahora veamos qué podemos hacer con él,” Joel Cranston (Kelsey Grammer)
La reinvención de “Fama” (1980) parece obedecer al creciente interés de medios y público por los entretelones de la formación de artistas y al deseo de Hollywood de explotar una fórmula que está dando buenos dividendos en televisión, en especial en forma de reality-shows. Pero poco sentido tiene retomar un clásico si no se comprende aquello que lo hace especial y se termina por entregar un espectáculo visual carente de sentido y tan “espectacular” como insustancial.
De la “Fama” original se conservan la estructura en episodios y algunos dejos de los personajes principales. “Fama” narra el transitar de un grupo de jóvenes en una escuela de artes de Nueva York: la tímida aspirante a actriz Jenny (Kay Panabaker), la cantante de clóset y pianista clásica Denise (Naturi Naughton), el simpático cineasta en formación Neil (Paul Iacono), el actor-rapero enojado Malik (Collins Pennie), la desenvuelta Joy (Anna María Pérez de Tagle), el prometedor bailarín Kevin (Paul McGill) y Victor (Walter Perez), el músico electrónico, entre otros. El reto está en presentar personajes tridimensionales al tiempo que se abarca un lapso de cuatro años y una serie de eventos que forman parte de su proceso de crecimiento e inmersión en el mundo de las artes. “Fama” falla desde el origen.
El guion de Allison Burnett es simplista, recae en situaciones cliché (la madre que se opone a que su hijo sea actor, el padre que se niega a que su hija se separe de la veta clásica de la música, la pareja que se distancia por un malentendido, el joven ilusionado con la posibilidad de recibir “la oportunidad”), abarca demasiados personajes y los desarrollo poco. Los protagonistas de “Fama” son en su mayoría caricaturas. La inexperiencia de Kevin Tancharoen como director no ayuda. Se enfoca en aspectos técnicos, movimientos de cámara y una edición tomada de video-clips que si bien funcionan en un principio (la secuencia en la hora del almuerzo es aceptable) resultan insulsas cuando no hay nada que les dé sustento. Por si fuera poco el filme es contradictorio. Una posibilidad para los estudiantes es terminar de maestros. La opción es retratada (erróneamente) como el destino de los fracasados. Poco respeto muestra “Fama” por una profesión indispensable y que le brinda algunos de sus mejores momentos. Los maestros son interpretados por histriones probados como Kelsey Grammer, Megan Mullally, Bebe Newirth y Debbie Allen, quien formara parte del grupo de pupilos en la versión original y la posterior serie televisiva. En el reparto juvenil hay talento pero algunos de los actores están fuera de casting; resulta difícil creerles que son preparatorianos y no universitarios. Destaca Naturi Naughton quien saca adelante algunos de los momentos más dramáticos, incluso a pesar de los lugares comunes. Naughton es dueña de una agradable presencia, un buen rango actoral y una poderosa voz.
“Fama” no agrega nada a lo mucho que ya se ha dicho sobre el tema. Es tan digerible como desechable y sólo recomendable para un momento de entretenimiento insustancial. Ahora “Fama” verdaderamente representa los dos lados de la notoriedad. La versión de 1980 es la fama que da el arte bien hecho, con propuesta y profundidad, con aceptación de la crítica y el público. La “Fama” de 2009 es todo lo contrario y como tal está destinada al olvido.
“Fame”
EE.UU. 2009
Director: Kevin Tancharoen.
Reparto: Kay Panabaker, Megan Mullally, Debbie Allen, Kelsey Grammer, Kherington Payne, Anna Maria Perez de Tagle, Naturi Naughton, Collins Pennie, Paul Iacono, Paul McGill, Walter Perez, Bebe Newirth.
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