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Foto del escritorCarlos Andrés Mendiola

Espejito, espejito

¡Que la Guerra de las “Nieves” empiece!

Motivados por el éxito de “Charlie y la fábrica de chocolates” (2005) y “Alicia en el país de las maravillas” (2011), los estudios decidieron darle un nuevo aire a varios cuentos clásicos. El primero en recibir el honor es “Blanca Nieves y los siete enanos”, de la cual se esperaban tres nuevas versiones. “Espejito, espejito” fue la primera en llegar a la pantalla, el responsable: Tarsem Singh.



La Reina (Julia Roberts) comienza narrando la que considera su historia. Luego de conquistar y casarse con el rey (Sean Bean), se queda a cargo del reino cuando él no regresa de un viaje en el bosque. Su mando es autocrático y ha dejado al pueblo sumido en la pobreza a causa de incesantes y crecientes impuestos. Blanca Nieves (Lily Collins), la princesa, queda bajo su tutela, lo que significa que está cautiva en el castillo. Al cumplir 18, escapa. Entretanto, el príncipe Alcott (Armie Hammer), quien viajar por el reino, es asaltado por un grupo de bandidos. Al conocerlo, la Reina ve la posibilidad de resolver sus problemas financieros, pero el príncipe ya ha conocido por accidente a Blanca Nieves, quien planea terminar con los abusos de su madrastra.

Lo primero que llama la atención en “Espejito, espejito” es el tratamiento visual. Es el sello de Singh (“La célula”, 2000, e “Inmortales”, 2011) y en esta ocasión, acentuado con un excéntrico y colorido vestuario, última obra de Eiko Ishioda, ganadora del Oscar a Mejor Vestuario por “Drácula, de Bram Stocker” (1992), es un festín para el ojo. El otro aspecto lo sugiere el título. Esta no es una versión fiel a la versión de los Hermanos Grimm ni a la de Walt Disney. Es una suerte de sátira melosa que hace de los enanos un grupo de forajidos e incluye un monstruo en el bosque, sin dejar de lado el triángulo romántico que no existe en el original.


Julia Roberts está al tope como la Reina y es claro que se divirtió con el papel. La Reina no pregunta quien es la más hermosa, lo sabe. Su vanidad es inversamente proporcional al estado de su pueblo. Y el hecho da oportunidad a Roberts de lucirse en momentos como su preparación previa al baile donde sus labios crecen tras el piquete de una abeja, la pedicura es obra de peculiares insectos y su piel refrescada por sustancias provenientes de loros. Lily Collins es convincente como la cautivante e inocente, pero aguerrida princesa, por momentos, incluso, recordando a la icónica Audrey Hepburn. Por su parte, Hammer muestra una nueva faceta al mostrarse ligero como el príncipe de gran valentía, atractivo y orgullo al que frecuentemente las cosas no le salen según lo había planeado. Curiosamente ambos audicionaron para “Blanca Nieves y el cazador” (2012), filme que inició antes su preproducción, pero en el cual no quedaron. De hecho, inicialmente Saoirse Ronan sería la princesa pero la diferencia de edad entre ella y Hammer era tan notoria que se optó por Collins. Ronan terminaría siendo elegida por Disney para su reinvención del cuento, “The Order of Seven”, que finalmente sería congelada tras los resultados de “John Carter: entre dos mundos” (2012).


Tras todo esto, lo tercero que no necesariamente salta a la vista, pero sin duda queda patente es que fuera del festín visual hay poco. El diálogo en su mayoría es plano, el ritmo inconsistente y la tensión entre los protagonistas prácticamente nula. Cuando el número final llega, un suntuoso musical al mejor estilo de Bollywood (Singh es hindú), da los últimos tonos de un esfuerzo que recuperó su inversión (duplicó en EE.UU. su presupuesto de 85 millones de dólares) y que tendrá tanta permanencia en el imaginario popular como aquella de un reflejo.

Mirror Mirror

EE.UU. 2012

Director: Tarsem Singh.

Reparto: Julia Roberts, Lily Collins, Armie Hammer, Nathan Lane, Sean Bean.

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