“Si no puedo vivir de la manera en que quiero, por lo menos déjenme morir como quiero,” Edward J. ‘Blackie’ Gallagher (Clark Gable) en “Manhattan Melodrama” (1934).
En cierta forma “Enemigo público” abre la carrera al Oscar, o se esperaba, lo hiciera. Cuenta la historia de un célebre criminal, está basada en el respetado libro de no ficción de Bryan Burrough, es protagonizada por una estrella (Johnny Depp), a quien acompañan un actor en asenso (Christian Bale) y una recién ganadora del premio de la Academia (Marion Cotillard), y es dirigida por un realizador de dispar aunque interesante trayectoria: Michael Mann (“El informante”, 1999, “Miami Vice”, 2006). El resultado es sin duda inesperado.
John Dillinger (Johnny Depp) acostumbraba presentarse como ladrón de bancos. Es lo que hacía. Es lo que lo definía. Tras ocho semanas en libertad, luego de haber cumplido ocho años y medio en prisión, Dillinger se dedicó a robar bancos. Para detenerlo y acabar con las dudas sobre su efectividad, el FBI asignó al condecorado agente Melvin Purvis (Christian Bale). El 22 de julio de 1934 Purvis completó su tarea. Dillinger murió en las afueras del Teatro Biogrhaph en Chicago luego de ver “Manhattan Melodrama”. El reinado del enemigo público número uno había terminado.
Michael Mann le da una vuelta a las historias de gánsteres y los filmes biográficos. En “Enemigo público”, Mann decide no suavizar los hechos ni humanizar al personaje. Dillinger era un hombre malo; humano, pero malo. El guion no se toma tiempo en explicar sus motivaciones, su niñez, su psicología, sexualidad o carisma, ni siquiera los paralelos que llevaron a algunos a considerarlo como una suerte de Robin Hood. En su lugar se enfoca en la frialdad del criminal, en su adicción al atraco, en su odio al sistema (prisiones, bancos y policías, medios de contención), y en el peligroso juego que le implicó la perfeccionista obsesión de Purvis. El toque de vulnerabilidad lo da su relación con Billie Frechette (Marion Cotillard) a quien Dillinger juró proteger.
“Enemigo público” evade los clichés del género y se enfoca, en particular, en la relación entre John y Billie. Él se ve en ella. No son del todo una pareja. Son necesidades: ser protegida y afirmar su poder, su condición de invencible, al cuidarla. El retrato es limpio. La fotografía de Dante Spinotti (“El informante”, “X-Men: La última batalla”, 2006) evita rebuscamientos y se inclina por el hiperrealismo. La cámara parece más una ventana que ni enfatiza la buena dirección de arte ni dramatiza lo sucedido a cuadro. Es hermosa en su discreción.
Johnny Depp enfrenta a Dillinger de forma completamente distinta a como acostumbra. Es frío y mesurado. Intrigante y poderoso. Preciso como un militar. Bale es una contraparte adecuada. El personaje es de una nota y Bale lo interpreta a su máximo volumen, con ese compromiso con el cual satura su trabajo. Pero en el nivel actoral, Cotillard es quien sobresale. Cada escena en que aparece le pertenece y da muestras de su indiscutible talento. El enemigo público lo es en gran medida gracias a ella.
“Enemigo público” es una buena película, no un gran filme. Diferente e interesante pero no redondo. Si será un enemigo a vencer habrá que esperar a ver, aunque para su mala suerte, al igual que a la película le falta, a la competencia también...
Public Enemies
EE.UU. 2009
Director: Michael Mann.
Reparto: Johnny Depp, Christian Bale, Marion Cotillard, Billy Cudrup.
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