¿Son las buenas intenciones suficientes? ¿Puede el final salvar una película?
Adam Sandler es Hubie Dubuis, el dueño de una tienda de comida que fuera de ello no es respetado por nadie del pueblo. Y cuando digo nadie, es nadie, ni adultos, ni niños, ni la policía, vaya, ni ni el sacerdote... bueno, sólo alguien, su mamá y ya entrados en gastos, una excompañera, aunque tampoco es que lo esté defendiendo férreamente. En fin... el caso es que Hubie monitoria cada noche de Halloween en Salem, su pueblo, para asegurar que todos sigan las formas y, sobre todo, regresen seguros a casa. Este año, un sospechoso vecino y varias desapariciones, harán que la amenaza sea real y no un efecto de su imaginación, como creen la mayoría.
La verdad de las cosas es que "El Halloween de Hubie" es mala, bastante mala. Las primeras dos partes apenas y consiguen anotar un par de chistes y quizás algún momento de suspenso, pero para ser una comedia de terror, hay poco de una u otro. Lo peor del caso es que uno alcanza a ver las costuras, es decir, puede identificar dónde se debería de reír o espantarse, pero el efecto no se consigue. Y no es cuestión del talento, el reparto incluye a Kevin James, Ray Liotta, Rob Schneider, June Squibb, Steve Buscemi, Maya Rudolph, Michael Chiklis, Noah Schnapp y hasta Shaquille O'Neal hace un cameo. El problema está en el guion, los chistes y, sobre todo, en un tono que no se encuentra nunca.
La salvación de "El Halloween de Hubie" está en sus intenciones, las cuáles se revelan en el final y permiten dialogar, bueno, eso suena pretencioso para esta película, permiten dar un mensaje en torno al verdadero heroísmo, en contra del bullying, a favor de la aceptación y construir una metáfora alrededor de cómo la bura es una disfraz de la inseguridad (muy apropiado por aquello de que es Halloween). Así que bueno, así las cosas... si el final es suficiente, ya lo dirá cada quién, también es cierto que de buenas intenciones está lleno el infierno.
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