“Somos tus amigos, Rosemary. No hay nada de qué tener miedo. Honesta y verdaderamente, ¡no hay nada!” Minnie.
“La, la, la, la, lá...” se oye al inicio de “El bebé de Rosemary”. La tonada es un tanto inconstante. Proviene de una voz femenina pero ronca.... como si su dueña tuviera una lágrima en la garganta. Se trata de Rosemary (Mia Farrow).
Alrededor de un año antes, Rosemary y su esposo Guy (John Cassavetes), un actor de televisión, se mudaron a un espacioso departamento en el edificio Bramford (en realidad el Edificio Dakota donde John Lennon encontrara la muerte). La joven pareja recibe rápidamente la bienvenida a manos de sus vecinos, Roman (Sydney Blackmer) y Minnie (Ruth Gordon), un entrometido matrimonio de ancianos. Rosemary comienza a tener pesadillas poco después de que la protegida de los vecinos se suicidara. La situación se intensifica cuando descubre que está embarazada. Los Castavets ofrecen su ayuda, pero una revelación de un amigo indica que Rosemary es víctima de una siniestra conspiración. El bebé nacerá en julio de 1966 (6/66).
En “El bebé de Rosemary”, Roman Polanski tiene su primer filme estadounidense y su primera adaptación de una novela. También tiene uno de sus trabajos más recordados. “El bebé de Rosemary” es considerada una de las mejores películas de terror; el American Film Institute la ubica en el lugar número nueve en su lista dedicada al género. Lo que la hace tan especial es que la historia es protagonizada por una mujer con quien es fácil relacionarse, que tiene un cierto dejo de vulnerabilidad y cuya vida se desarrolla en un contexto realista. El espectador recibe suficiente información en la primera parte como para tener una buena idea de qué es lo que le está pasando a Rosemary, sin embargo, se mantiene atento, no tanto por la posibilidad de que suceda otra cosa sino porque, en un juego contradictorio entre el morbo y la fe, se resiste a creer, pero desea que suceda lo inevitable.
Mia Farrow saltó a la fama como Rosemary. Antes era mejor conocida por su matrimonio con Frank Sinatra, mismo que irónicamente concluyó poco después del estreno de la cinta. La actriz se quedó con el papel luego de que Tuesday Weld y Jane Fonda lo rechazaran, la segunda para hacer “Barbarella” (1968), y ante otras candidatas como Julie Christie y Sharon Tate, entonces esposa de Polanski. Su Rosemary es amorosa, esperanzadora, dubitativa, desesperada, impotente y resignada. El corte de pelo que Farrow utiliza en la segunda mitad impuso moda y sigue siendo referencia al día de hoy. John Casavettes le da un buen balance como el simpático Guy, principalmente porque a su cargo está gran parte de la vena cómica que el filme presenta durante los dos primeros actos y que sirven para aligerar el trasfondo; Robert Redford, Jack Nicholson y Warren Beatty fueron contemplados para la parte. Mientras Sidney Blacker es intimidante como el afable Roman, Ruth Gordon es verdaderamente fastidiosa como la servicial, pero entrometida Minnie. Gordon obtuvo el Oscar como Mejor Actriz de Reparto por su interpretación.
Ira Levin quedó satisfecha con la traslación que se hizo de su obra a la pantalla grande. Levin incluso llegó a comentar que “El bebé de Rosemary” era la adaptación más fiel que hubiera nunca salido de Hollywood. Lo cierto es que Polanski no sabía que podía tomarse libertades con el material original. Aún así, su labor le mereció la nominación al Oscar por Mejor Guion Adaptado y al filme como Mejor Película en los premios Edgar Allan Poe. El mérito de Polanski está en proporcionar los elementos necesarios al espectador para hacerle pensar que lo que le pasa a Rosemary es posible. Polanski concreta al sugerir sin mostrar. Ahí es donde reside lo perturbador, en la siniestra probabilidad que se construye en lo intangible, en la ilusión, en aquello que está, pero no se ve, que sólo existe en la mente y por obra y gracia de la fe.
Rosemary’s Baby
EE.UU. 1968
Director: Roman Polanski.
Reparto: Mia Farrow, John Cassavetes, Ruth Gordon, Sidney Blackmer, Maurice
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