George Clooney aún no recupera del todo la brújula.
En "Cielo de medianoche", George Clooney dirige, produce y actúa. Ya antes lo había hecho, incluso había sido guionista de otros de sus filmes, sólo que a diferencia de lo que pasa con el vino, su talento en la silla parece no estar mejorando. Sus primeros filmes, "Confesiones de una mente peligrosa" y "Buenas noches, buena suerte" son muy buenos, pero de ahí en adelante, con la excepción de "Poder y traición", ha entregado, uno tras otro, filmes que no terminan de cuajar.
En esta ocasión se trata de la adaptación de "Good Morning, Midnight" de Lily Brooks-Dalton. El protagonista es Augustine Lofthouse, un científico que dedicó su vida a encontrar otros planetas habitables y quién, en sus últimos días, tras haber decidido no unirse al grupo de evacuados frente a una catástrofe climática que está acabando con el mundo, se percata que una misión está por volver a la Tierra. Debe evitarlo.
El principal problema de "Cielo de medianoche" está en que no sabe bien ni qué quiere decir ni a qué género le pertenece, lo cual se nota entre los tres hilos narrativos que conforman la historia: el de Augustine, el que recuerda de su juventud (cuando puso a su carrera sobre su vida personal) y el de la nave espacial. Es una lástima. El filme tiene muy buenos momentos tanto a cuenta de Clooney como del resto del talentoso reparto que incluye a Felicity Jones, David Oyelowo y Demián Bichir. Por ejemplo, hay una secuencia de gran belleza en una exploración espacial y el diálogo final entre Augustine y Sully (Jones) es de gran impacto emotivo. El filme tiene buen diseño de producción, música de Alexander Desplat y muy hermosa fotografía de Martin Ruhe, pero no suma.
"Cielo de medianoche" se queda a medias. Sus partes funcionan mejor por separado, no terminan de encajar y su intención de dialogar sobre qué define o qué es un hogar, se queda en la superficie.
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EE. UU. 2020 - 1h 58 min
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